Alquileres vacacionales en Teruel

Teruel es una ciudad pequeña, pero con mucho encanto. Es la capital de su provincia, al sur de Aragón, pero también es donde se conservan los mejores ejemplos de arquitectura mudéjar, así que si te gustan la historia y el arte, ¡vas a alucinar!

Y, además, te va a sorprender por la cantidad de propuestas que tiene preparadas para ti en un sitio tan pequeño. Empieza tu ruta por la plaza del Torico y sus edificios modernistas, y sigue por el casco viejo visitando las torres mudéjares. Si te cansas, puedes entrar en alguna de sus tascas y pedirte algo de beber con una tapita de jamón de Teruel. ¡Un tentempié perfecto!

Teruel es famosa por el frío que suele hacer en invierno. De hecho, es la capital con más días de helada y es normal que nieve en enero y febrero. Si te vas a alojar en una casa rural en estos meses, seguro que te rodearán paisajes preciosos, pero por las noches te apetecerá más quedarte cerca de la chimenea.

En primavera y verano las temperaturas se templan, y en julio y agosto las medias pueden pasar de los 20 grados. De todas maneras, no te confíes, porque por las noches refresca bastante y tal vez te haga falta un abrigo.

La arquitectura mudéjar de la ciudad

Este estilo tan característico te va a encantar y, una vez lo identifiques, lo verás por toda la ciudad. La ruta entre las cuatro torres, repartidas por el casco viejo, te ayudará a descubrir el ambiente de Teruel y, de paso, algunos de los bares y comercios más tradicionales.

La rambla de Barrachina

Parece mentira que un lugar tan único no sea más famoso. Si te gustan los espacios naturales con carácter especial, aquí vas a disfrutar de lo lindo. Te sentirás como si estuvieras en el lejano oeste, con llanuras desérticas y colinas anaranjadas en las que podrían estar persiguiéndose los indios y los vaqueros de las películas.

Albarracín

Es un pueblo imprescindible, uno de los más bonitos de España. Solo hace falta ver los balcones de madera de su plaza mayor para querer quedarse a pasar el día. Cuando recorras las calles empinadas de su casco viejo, igual empiezas a pensar en mudarte a vivir una vida tranquila y, cuando subas por sus murallas y veas el conjunto del pueblo y la sierra desde lo alto, ¡ya no habrá marcha atrás porque no podrás quitarte la idea de la cabeza!