Cuando nuestros hijos se fueron de casa, esta se quedó triste y vacía. Queríamos volver a llenarla de vida sin dejar de disfrutar de ella con nuestra familia. Además, hospedar nos permite mantenerla en buenas condiciones y mejorarla para disfrutar de una mayor comodidad.

Ya habíamos hecho intercambios de casas y estábamos muy contentos, salvo por que eran mucho más difíciles de planificar que hospedando en Airbnb.

Revisamos la casa, las sábanas y toallas y los suministros básicos (té, café, especias, papel higiénico) y enviamos un mensaje a los huéspedes para confirmar su hora de llegada y su itinerario.

Una familia estadounidense nos preguntó si su hija, que vive en París, podía venir a comprobar si el horno era lo suficientemente grande como para cocinar un pavo para Acción de Gracias. El pavo cabía sin problemas y acabamos compartiéndolo. ¡Desde entonces vienen todos los años!

Sí. Al principio lleva mucho tiempo, pero es fácil cogerle el ritmo y podemos aprovechar la ocasión para viajar más.

Cuando los huéspedes nos felicitan por nuestra cálida bienvenida y nos dicen lo bonita que es nuestra casa.